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17 abril, 2025
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Suelos vivos, Comunidades fuertes: un encuentro por la agroecología en Riobamba

En un contexto global de crisis climática, pérdida de derechos, degradación de la tierra y pérdida de seguridad y soberanía alimentaria, hablar de suelo puede parecer poco relevante. Pero es precisamente bajo nuestros pies, donde se libra una importante batalla.

Con esta idea, nos hemos juntado en Riobamba en un encuentro organizado por diferentes organizaciones que trabajamos con enfoque agroecológico y de derechos humanos: SETEM Hegoaizea, FEPP, Fundación Maquita, Penca de Sábila y Sustraiak Koop, junto con representantes de diferentes comunidades andinas de la provincia de Chimborazo y colectivos de mujeres. El propósito: profundizar en una Comunidad de Aprendizaje Mutuo a ambos lados del Atlántico. El objetivo: compartir experiencias, conocimientos, aprendizajes y estrategias que nos permitan cuidar y regenerar el suelo como base de una agricultura que permita alimentar de manera sana y que active procesos económicos en las comunidades bajo los principios de la Economía Social y Solidaria.

El suelo no es inerte: es un organismo vivo

A lo largo del encuentro hemos podido constatar que el viejo paradigma que considera al suelo como un soporte inerte para las plantas, ha quedado obsoleto. Precisamente la microbiología y los procesos de simbiosis entre las plantas y la microbiota de la rizosfera, han ocupado un lugar central a lo largo de las jornadas. Comprender la importancia de estos procesos y aprender a capturar, multiplicar y aplicar microorganismos benéficos en el suelo, se plantean como la próxima frontera de una agronomía que hunde sus raíces tanto en la ciencia de vanguardia, como en el conocimiento campesino ancestral de los diferentes pueblos del planeta.

Un espacio de aprendizaje colectivo

En Riobamba hemos podido compartir experiencias concretas de regeneración de suelos degradados, aumentar la productividad sin agrotóxicos y fortalecer los sistemas agroalimentarios locales.

Algunas prácticas compartidas:

  • Uso de abonos orgánicos fermentados (como bioles, té de compost y extractos),
  • Cobertura permanente del suelo con materia vegetal (mulch, cultivos de cobertura),
  • Rotación y asociación de cultivos en modelos agroforestales inspirados en la chakra, integrando leguminosas, hortalizas y diferentes estratos vegetales,
  • Manejo de la microbiología del suelo, reconociendo su papel clave en la fertilidad,
  • Revalorización de los conocimientos ancestrales y campesinos.

Además de prácticas, el encuentro ha sido también un espacio para  fortalecer la dimensión organizativa y comunitaria de las diferentes organizaciones participantes.

Cuidar el suelo es cuidar de nuestras comunidades. Organización y economía

Para esta comunidad no hay dudas; la agroecología apuesta por un salto de escala de las parcelas a los territorios. Y para ello la mirada de la Economía Social y Solidaria es fundamental. Han sido muchas las experiencias en Ecuador, Colombia o el País Vasco en el que las mujeres, pequeños productores o personas jóvenes optan por asociarse en forma de cooperativas para mejorar las economías locales e impulsar al mismo tiempo, procesos de empoderamiento colectivo. De esta forma, como en los procesos de simbiosis que se dan en el suelo, nos apoyamos unas a otras y superamos las barreras y los obstáculos que nos encontramos en el día a día. Cuidando la tierra día a día con nuestras manos. Haciendo posible de esta forma, la transición agroecológica que nuestros territorios necesitan.

Porque si el suelo vive, las comunidades también.